martes, 31 de marzo de 2009

Buenos días, Amigos.



Buenos días, Amigos.
Es un alivio ver que mañana termino el novenario a la Virgen de la Soledad. Novenario, querida Amiga, son nueve días previos a una fiesta religiosa donde, además de dar gracias a Dios por haber dado el ejemplo de vida, el modelo de santidad o enseñanza evangélica sin duda de las figuras como Jesús, la Virgen o un santo patrón de una localidad, además del rezo agradecido se establece una intercesión, una petición especial, por el cuerpo o por el alma, para bien de uno mismo.
El novenario de la Soledad son los nueve días previos a su fiesta, en este caso el Viernes de Dolores, el viernes anterior al Domingo de Ramos, y que en este bendito pueblo se hace con mucha solemnidad. Solemnidad, querida Amiga, que el otro día me encontré con un amigo por la calle y me preguntó quién estaba predicando la novena. Cuando le dije que era yo la respuesta me dejó perplejo. ¿¿Tú??
En este pueblo, querida Amiga, están acostumbrados a traer predicadores ilustres del cabildo catedralicio o lo mejorcito del clero regular. Los tiempos, la crisis, también ha entrado por la sacristía parroquial y, este año, el predicador de la solemne novena a la Virgen de la Soledad es este humilde franciscano que con sus palabras quiere aumentar la fe, el amor por la Virgen y el orgullo de pertenecer a este gran pueblo. Pero bien sabes, querida Amiga, que esta pretensión la tengo todos los días.
Espero no aburrir las devotas conciencias con mis ideas pastorales que ven que la parroquia debe ser la comunidad de comunidades, donde todos, frailes, monjas, órdenes, hermandades, cofradías, grupos o movimientos cristianos, tenemos que sentirnos a gusto con el pastor, el párroco, y caminar juntos por las verdes praderas de nuestro tiempo. Es lo que me dicen mis padres, por lo menos no aburras. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.


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