jueves, 24 de noviembre de 2011

Escribir un diario.

Buenos días, Amigos.

Hace mucho tiempo que no abro esta página de Internet y me siento agradecido al hacerlo. Me gusta escribir y la acción de estar escribiendo es todo un placer para mí. Si la cupletista decía que fumar es un placer, lo mismo siento yo al escribir. Por eso, cuando una amiga me dijo que mañana era el cumpleaños de su hijo y que estaba invitado me dio, lógicamente, una gran alegría. Pero cuando me dijo que estaba nerviosa y como loca porque no encontraba el regalo me dejó preocupado. ¿Qué quiere el niño? Le pregunté. Un diario, me dijo la madre. No sabéis la alegría que sintió mi cuerpo al escuchar esa respuesta.


El niño, correspondiendo al gran amor de su abuelo, fallecido escasamente hace un año, trata de imitarle al máximo en sus infantiles recuerdos. El abuelo trabajaba el huerto, el niño trabaja el huerto. El abuelo hacía esto, el niño lo repite. El abuelo, para sorpresa de toda la familia, escribía un diario, el niño quiere un diario, y con llave. Gracias a las anotaciones que el abuelo llevaba en su diario la familia ha sabido cómo seguir cultivando el huerto. Como buen sagitario este niño puede ser un artista o un genio. Por ahora quiere cultivar todas las artes. No solo quiere escribir desde la intimidad de sus palabras guardadas sigilosamente bajo llave, sino que se ha apuntado a la escuela de música para tocar el tambor, aunque, lo que verdaderamente le gusta es pintar. El tiempo lo dirá, el niño solo tiene siete años.


Felicidades, chaval, y doblemente. Mañana es tu cumpleaños y eso hay que celebrarlo, crecer es algo maravilloso que te va haciendo hombre y persona. Pero también te felicito por ese deseo extraño de querer escribir. Adelante.


Lo raro del asunto es que su madre, enredada en un montón de cosas, me manda buscar un diario adecuado para él. Mi sorpresa es mayúscula cuando compruebo que la mayoría de diarios infantiles son rositas. ¿Es que solo escriben las niñas? Creo que sí, dada la dificultad para encontrar uno cuyas hojas sean de color blanco y cuya cubierta tenga un tono azul o rojo. No sabría decir si hay más escritoras que escritores. Es algo que tengo que investigar. Lo cierto es que en la infancia transcribir el mundo secreto de la imaginación es más propio de niñas que de niños. Se ve que éstos prefieren otro tipo de diversión. Recorrí tiendas, papelerías y varios chinos hasta que encontré un sencillo cuadernillo de tonos rojos con dibujos tiernos, pocos femeninos, cuyas hojas blancas están protegidas por un endeble candado que guardará sus escritos de la mirada curiosa de su madre.


Qué bella es la vida que se inmortaliza en un sencillo diario. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.


Guadalajara, 24 de noviembre de 2011.