lunes, 2 de marzo de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.

Después de muchos fines de semana ocupados he tenido uno para descansar. Se agradece, los nervios pasan factura y la cama es la mejor medicina para este tipo de males. Así, en La Puebla, he vuelto a pasear por el Paseo del Colesterol que el frío había olvidado de mi mente, y he podido visitar a amigos cuyas ocupaciones nos mantienen alejados. Es el caso de mi amigo Ramón Merlo, un actor, un buen actor, que anda haciendo sus pinitos en la Televisión Vasca, en el programa de humor “Vaya Semanita”.
Que dura es esta vida, por muchos aplausos que te den o autógrafos que te pidan por la calle, el hambre no te lo quita nadie. Ahora está muy bien, el trabajo le da para comer, para recibir aplausos y ofrecer autógrafos. Este tiempo de atrás estuvo a punto de buscar trabajo en la fábrica de conservas. En este mundillo no basta con ser buen actor, se necesitan las espaldas de un buen representante y el abrigo de los poderosos de la cultura. Mi amigo eso no sabe buscarlo, es un buen actor: actor, payaso con vocación, lleva con pasión las claves del humor en sus venas; y es buena persona, no hay malicia en él, hasta los niños le ganan en picardía. Por eso mi amigo es buen actor.
Me decía este fin de semana que para superar las depresiones, en esos tiempos en los que el trabajo no llama a la puerta, era dejar entrar todo lo positivo que le rodeaba; el reconocimiento, la admiración, el agradecimiento, los aplausos, los autógrafos, las palmaditas en la espalda, todos esos ánimos que nos rodean cuando las cosas no salen como quisiéramos. Y después, cuando ya está dentro, responder con un gracias. No hay que responder rápidamente con el gracias. Primero déjalo entrar y, después, cuando ya lo has hecho tuyo, responde agradecidamente.
Una bella y agradecida lección para un lunes cualquiera. Gracias. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio

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