lunes, 30 de marzo de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
No me gusta que me inviten a comer porque además de hacerlo muy tarde me quitan la siesta, destrozándome el resto del día. Es lo que pasó hace unos sábados. Me invitaron a comer una paella a eso de las dos en una finca. Como faltaba el agua, el paquete de langostinos, el pollo estaba congelado y había que pelar las cebollas, eran pasadas las cuatro cuando nos sentamos a comer. La verdad que la familia se merecía el sacrificio pues hacía mucho tiempo que no veía a sus miembros y el tiempo perdido, por decirlo de alguna forma, fue bien aprovechado con chácharas y botellines. Reconozco que la paella, aunque tarde, estaba en su punto. Y si bien ese día no volvió a amanecer a la hora del té, no me voy a quejar.
Me contaba una amiga que hace unos días había sido invitada a comer sin saber cuales eran los manjares y delicias a los que había sido citada. Con ganas de pasar el tiempo con los amigos se dispuso para ir allá, a la casa y a la mesa. Cuanto me gustaría haber visto esa cara cuando todavía hay expresiones de asco en su rostro al contar la fiesta. Por lo visto, después de prender la servilleta y destapar la sopera, mi amiga se quedó atónita viendo el delicioso manjar a la que había sido invitada.
Yo sabía que iba a comer tarde, pues la finca no reúne condiciones para guisar, y mentalmente me había despedido de la siesta sabiendo que los comensales no me dejarían reposar la cabeza dada la amistad. Pero tampoco envidio la cabezadita que tuvo que echarse mi amiga tras salir espantada de tan raro manjar: judías blancas con pajaritos.
Hay comidas, sea el día que sea, que deberían de estar censuradas por la cuaresma. Puede resultar grotesco, pero últimamente, a demás de saber quienes van a la fiesta me gusta saber qué me voy a encontrar en la mesa, pues si es bueno conocer la compañía no menos lo es conocer la degustación para saber si merece la pena perder el tiempo con la amistad. Porque, para mí, la amistad se demuestra comiendo. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

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