domingo, 29 de marzo de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Desde el día 25 estoy predicando la novena de la Soledad en La Puebla. No es la primara vez que he participado en un acto religioso como éste, pero sí es la primera vez que toda la novena la sermonea un servidor. Uno no es de la orden de los predicadores, tampoco creo que lo mío sea predicar. Fue el párroco el que me pidió ayuda y antes que estar por el Colesterol andando o tomando café en cualquier bar del pueblo creo que es mucho mejor que haga este servicio a La Puebla que bien se merece mi agradecimiento.
Una vez pasado el ecuador me siento cansado y aburrido. A mí que me gusta romper la monotonía me veo atado a la tradición y una tradición antiquísima. Me apasiona hablar de la Virgen, además, junto a su humilde y sencilla Figura, está el descomunal san Pablo que en este año está centrando todas nuestras referencias y, a cuyo temario he unido la carta pastoral de los Obispos Vascos que siempre han sabido unir la piedad popular con el compromiso cristiano en nuestra actual sociedad. Le pido a la Virgen que me ayude a ser humilde en mi exhortación, valentía a San Pablo y sabiduría a la Palabra que proclamamos.
Siento mucho no poder ayudar a mi madre en este mismo evento que, como Hermana Mayor de la Hermandad de la Dolorosa de mi pueblo, aunque el sacerdote de mi pueblo, un jovencísimo veinteañero, sé que le ayudará y estimulará su vocación cofradera. Predicar no es trigo. Pero además del ejemplo debemos de tener la palabra adecuada para animar a vivir, a tener ilusión y a buscar la felicidad incluso entre las piedras. Lo mejor de esta novena a la Virgen de la Soledad es ver que no estoy solo. Buenos días nos dé Dios. Buena semana.

Un abrazo.

Gregorio.

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