lunes, 14 de septiembre de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Pidiendo en la puerta de una iglesia me encontré con la caridad de un pobre que me dio un puñado de caramelos y con la invitación, la primera invitación alcarreña a un café, de un hombre ilustre. No es que me vayan mal las cosas por estas tierras, pero confieso, no sé si será por el clima, la altitud o por el agua, los primeros que me han mirado, me han sonreído y me han saludado, han sido los pobres de las iglesias. Dado mi anonimato, algunas veces me siento con ellos y alargo la mano pidiendo con ellos. Os confieso que no he sacado moneda alguna, no me ven con cara de pedigüeño. Dicen los pobres que no tengo cara de necesidad, que sonrió mucho y se me ve feliz.
Pero ayer, como regalo de la luna, saqué un café. Un café que me supo a gloria. Un café de amistad, de esos que no se olvidan. Ya no tanto por el café cuanto por la persona con la que se comparte porque no solo te enriqueces como persona, sino porque te dignificas como humano. Ya os hablaré de él. Es un artista. Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 14 de septiembre de 2009.

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