sábado, 5 de septiembre de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Dicen que solo hay milagros para el que cree. Y es verdad. Esta mañana ha venido una señora mayor, muy dolida, convaleciente de un sin fin de intervenciones de las que los médicos le habían dado pocas esperanzas. Esta mujer, lo primero que ha hecho ha sido ponerse de rodillas delante de la imagen, bueno, imagencita de Nuestra Señora del Olvido, Triunfo y Misericordia, con muchas molestias se ha acercado al confesionario para confesarse y ha participado en la eucaristía de la mañana.
Como la he visto llorar y andar torpemente me he acercado a ella, interesándome por lo que le pasaba. Ha sido ella la que me ha contado, me ha revelado, su experiencia, y me ha relatado su milagro, su experiencia milagrosa en su dolorosa enfermedad. Cualquiera, y más los especialistas, podrían decirle que su caso no era tan oscuro como se lo habían dicho, que ha sido más suerte que fe, que no ande con bobadas. De todo ha escuchado, pero ella se fía de su corazón. Y es ahí, en lo profundo de su corazón, donde siente el milagro, aunque no tiene palabras para expresarse ni explicarlo.
Ha sido un encuentro con una mujer con fe. Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 5 de septiembre de 2009.

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