miércoles, 21 de enero de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Uno, con los años, ha ido perdiendo la percha; los años han ido trayendo kilos y otras cosas. Ya os he comentado cómo había un fraile que me llamaba el “finísimo Gregorio”, no tanto por los ademanes de mi educación cuanto por lo delgado que he sido. Se podía decir que en la niñez y la juventud he tenido un físico paterno y, con la entrada a la madurez, que siempre se está entrando, uno saca el cuerpo de la madre. Sé que la delgadez, si no es extrema, puede mostrar una buena salud y, la obesidad, si no se pone freno, además de sabiduría y felicidad, puede traer algún que otro problema.
Uno saca aquí, en esta fresca mañana, el tema del body porque ayer me fui de rebajas con un amigo. Os confieso que no es una etapa comercial que me guste ya que para mí, que soy un XL largo, no encuentro nada. Pero ayer me pasó algo, que si lo analizas desde la óptica de la amistad deja mucho que desear. Después de dar vueltas y ver cosas preciosas, pero en tallas inferiores a la mía, encuentro una trenca que, aunque a mi amigo no le gustaba a mi sí por ser de pana, confortable y con una pinta de ser muy abrigadita, además el descuento la hacía una pieza muy asequible. Mi amigo que vio la cola que en ese momento se había formado para pagar trató de convencerme de que no me caía bien, de que había mucha gente para pagar, de que diésemos una vuelta y a la vuelta la comprásemos. Sabía que la perdía y que perdería la confianza de mi amigo.
Efectivamente, dando esa vuelta él se probó y compró aquello que le parecía que le quedaba bien y terminado el recorrido me dice que nos vamos. Al recordarle el abrigo me manda a por él mientras el tiene otros menesteres en el coche. No estaba ya la prenda, solo quedaban sus hermanas de tallas inferiores. La tensión me subió y subió de rabia, no sé si porque no estaba la prenda o por el egoísmo que había sentido de mi amigo.
Siempre he dicho que si una prenda desaparece es que no es para mí. Pero también tengo esa sensación con algunos amigos que, a la fuerza, se van convirtiendo en meros conocidos que solo buscan tapar su soledad, como que no son para mí. No merece perder el tiempo. Como dice mi amiga, Bea: es que espero algo mejor, espero alguien mejor. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.


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