sábado, 22 de agosto de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Estoy seguro que también vosotros habéis seguido el escalofriante rescate del alpinista, Oscar Pérez, donde la cordura y la realidad han jugado una baza importante. La decisión de abandonar tras diez días de muchos esfuerzo tuvo que ser muy dura, aunque el ejemplo de la familia fue un aliciente ya que asumió con gran dolor la decisión. El mal tiempo, parece mentira cuando nos estamos achicharrando de calor. El mal tiempo hacía imposible el restare, seguir adelante era una locura.
Al día siguiente, en un periódico hacían una entrevista a Pablo Ochoa, hermano de Iñaki, alpinista que falleció el año pasado en el Annapurna. En una de las preguntas se le preguntaba si el alpinismo es un sinsentido, una locura. Respondía: No, no, no. Iñaki tenía razón. Los locos somos los que no vivimos, los que no nos atrevemos a llevar una vida conforme a nuestras creencias.
La verdad es que conforme lo estaba leyendo la piel se me ponía de gallina. Y nunca mejor dicho. Ante estas palabras, uno que vive apasionado con su vocación, cae en la cuenta de lo mediocre que está resultando, y lo dura y amarga que resulta algunas veces.
Me preguntaba una amiga este verano, si volviera a nacer si seguiría el mismo camino. La verdad es que no me dejó responder. No, estoy seguro que no. Y creo que tal vez tenga razón. Las razones y motivaciones que encontré hace casi treinta años, ¡cuánto tiempo!, no las encuentro ahora. Pero tampoco están como para tirar la toalla. Hay rescoldos debajo de mi propia ceniza que mantienen abierta la esperanza, ilusión y confianza de quien me fié. Tal vez mi locura es otra.
Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 22 de agosto de 2009.


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