miércoles, 29 de abril de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Hacía mucho tiempo que no hablaba con mi hermano pequeño. Hace unos días lo localicé y me dijo que estaba muy liado pintando no sé qué Caja Mágica del Comité Olímpico. Hoy en la radio hablan de ella. Se ve que la Caja Mágica ya está pintada y es una realidad más que Madrid presenta para su sueño olímpico.
Pero para sueño el que he tenido esta noche: angustiado por el Metro de Madrid buscaba la parada de los Libros, una nueva estación subterránea. Creo que todo responde a la mala conciencia que tengo con el precioso detalle que tuvo conmigo la profesora de parvulitos. Esta Señorita me hizo llegar, el pasado jueves, un sobre con cosas dentro. Lo primero que pensé es que era dinero de alguna de esas campañas que hacemos con los niños para educarles en la solidaridad. El sobre se quedó en la mesa de mi despacho, perdido entre muchos papeles. Fue el domingo cuando al volverlo a ver lo abrí. Mi sorpresa fue mayúscula. No era dinero, eran unos trabajos manuales que había hecho con sus niños para festejar el Día del Libro: pequeños libritos preciosamente encuadernados.
Me llamó la atención uno, que en la contraportada tenía pegado un imperdible. Siempre he tenido malas manos para las manualidades, pero peor tengo la cabeza. No tenía ni idea qué significaba ese detalle tan raro pegado a algo tan bonito. Cuando pude le agradecí el detalle de los libritos y le pregunté por el imperdible, estaba seguro que, sin querer, se había pegado a los papeles. Pues no. Vaya cara que se me quedó. El imperdible estaba bien puesto: hacía la forma de pin para lucir esos libritos en el pecho en el Día de los Libros. Ahhh.
Lo dicho, uno no tiene cabeza para las manualidades. Por eso creo que esta noche he estado buscando en mis sueños la parada de Metro de los Libros. Tal vez, como esa Caja Mágica, también pueda ser realidad, con su imperdible y todo. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

La Puebla de Montalbán, 30 de abril de 2009.

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