martes, 14 de abril de 2009

Buenos días, Amigos.



Buenos días, Amigos.
Buena Pascua. Espero que los días de Semana Santa hayan servido para descansar, cambiar de aires y sentirse como nuevo en esta última etapa. Uno no siempre resucita el domingo pascual, más cuando aquí te acuestas a las tantas por celebrar la vigilia y te levantas a las muy prontas para procesar los encuentros. Creo que esta fina lluvia que humedece La Puebla me ayudará a desentumecer las tensiones y relajarme.
A la luz del Resucitado tengo una agenda minina: estoy dando unas charlas “espirituales” a Sor Alelí que el próximo 26 de abril se consagra a Dios con su profesión perpetua, antes están las confirmaciones y después las comuniones, sin mencionar que cada sábado lidio una boda o dos a los pies de la Soledad. Tengo que resucitar. Tengo que resucitar, por lo menos para tener palabras de ánimo, de alegría, de primavera, para aquellos que, imitando un poco a Jesús, quieren vivir más de cerca el sacramento evangélico del seguimiento.
Como veis, trabajo no me falta. Ah, se me olvidaba, tengo que realizar un proyecto educativo de gestión directiva para mi master. Que mal lo llevo, solo me acuerdo de él cuando me coloco el pijama. Tengo que resucitar. Tengo que resucitar. Demasiado trabajo, porque las clases nadie me las quita. Ya me lo dijo mi amigo, el brujo, el 2009 es, para ti, un año de mucho trabajo.
Llueve suave y finamente. Dejo de escribir, en mi rutina diaria debo de relajarme, gozar de esta primavera y disfrutar, como una mariposa recién salida del capullo, de estos trabajos pascuales. Feliz Pascua de Resurrección. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.



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