miércoles, 29 de abril de 2009

Buenos días, Amigos.





Buenos días, Amigos.
Ir al Teatro a Madrid es algo que se escapa de mis posibilidades. No me estoy refiriendo a cuestiones económicas, pues resulta un placer muy caro, ni siquiera a la distancia, que tiene sus kilómetros. Resulta que el lunes, el día que podría escaparme para hacer mis pinitos culturales por la capital, teatros y museos están cerrados. Por eso, el placer de estos días fue mayor.
Lunes y martes han sido los días en los cuales, el grupo Ícaro Teatro, compuesto por jóvenes reclusos del Centro Penitenciario Ocaña II, han representado la obra de Jardiel Poncela, Los Ladrones somos gente honrada. Este grupo, estos jóvenes, no hace mucho estuvieron por La Puebla poniendo en escena la obra, Quedan las Palabras.
Los ladrones somos gente honrada, no es una obra ni un estilo teatral que me motive para ir al teatro. Si los actores son presos ya empieza a tener su punto de interés. Y si además lo representan en el Círculo de Bellas Artes, el interés es mayor, significa que las estancias penitenciales tienen interés por esta bella iniciativa y por el trabajo que La Recua Teatro está realizando en el centro penitencial. Pocas veces en el teatro se respira libertad y las palabras gesticuladas están llenas de significado, como en esta representación.
Entre el público amigos y familiares que más que acompañar esta vocación tardía establecen un nuevo bisabis afectivo, cargándose la sala de emoción. No solo me llevé la sorpresa al descubrir que el nombre de la sala tenía el nombre de Fernando de Rojas, sino que al final fueron los propios educadores de la prisión los que pagaron la ronda de coca colas y cervezas que en un bar tomamos. Un bonito detalle, un bello broche final. El teatro también tiene sus milagros. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

La Puebla de Montalbán, 29 de abril de 2009.


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