martes, 16 de junio de 2009

Buenos días, Amigos.





Buenos días, Amigos.
Unos amigos, con el deseo de animarme y ayudarme, en estos momentos difíciles y complicados para mí, me acompañaron a Guadalajara a llevar los primeros bultos empaquetados. Como padres que son los dos, miraron mi nuevo destino como amigos que desean lo mejor para su hijo en la residencia donde va a vivir. Tal vez, la mejor expresión la tuvo el Padre Isaac cuando me comentó que en Guadalajara estamos muy felices los que vivimos aquí, aunque eso de hablar en plural de felicidad es sospechoso, pero no imposible.
Mis amigos vieron mi nueva casa, desde la que será mi celda hasta la cocina, pasando por el oratorio o por la huerta. Esa puede ser una referencia, aquí no han pasado de la puerta. Ya fuera del convento, tomando un café en la cafetería de enfrente, les comentaba que hay muchas posibilidades para estar bien en Guadalajara, solo que necesitaba purificar el veneno que han inyectado sobre mí que me hace ver este destino como un castigo más que una posibilidad de recreación. No sé si mi deseo tuvo que ver con el enorme chaparrón tormentoso y con rayos que tuvimos que atravesar a la vuelta, donde vi el dominio de mi amigo conduciendo y el deseo de estar unidos y de ayudarnos aunque la distancia y el tiempo nos separe.
Esos son amigos, en el miedo de perder la amistad surge su fortalecimiento. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

La Puebla de Montalbán, 17 de junio de 2009.

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