miércoles, 3 de junio de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Ahora comprendo a mi amiga cuando en los cafés me dice que cuando uno está mal todo se centra en la propia persona, cuando uno está bien miramos a los demás. No es que esté bien, ni el grado de maldad no lo sé medir en el termómetro de cada día. Es más, me siento más simpático al ver tantas muestras de apoyo, de cariño, de valoración.
Yo mismo lo hago, como no he tirado muchos papeles en estos once años, estoy viendo todo lo que he hecho; ayer les llevé a las monjas diez carpetas que había preparado para su formación permanente. Me gustaría ser como Christiano Ronaldo o Kaká, no tanto por ser unos chicos guapos con buen tipo, cuanto por su aspecto de fichaje.
Me gustaría saber cuánto valgo, cómo se me reconoce y qué importancia tengo. No estoy sugiriendo recoger firmas ni nada por el estilo, que lo que se firme a mi favor puede ir contra alguien. Tampoco me gusta que llamen a Madrid para quejarse a mis superiores. La obediencia debe de ser ciega y en eso también tengo que demostrar ser un profesional, aunque me duela. En todo caso llamar a mi casa, hablar con mi madre y decirle lo que se me va a recordar. Mis padres se sentirán orgullosos de mí porque me enseñaron que la importancia de las personas se logra trabajando.
Por eso, cuando veo a esos jugadores, guapos, con buen físico, jóvenes y con esas millonarias cifras de oferta me miro a mi mismo que he dejado mi juventud y mis pelos en y por este pueblo, y como si fuera un desprecio por no saber qué hacer conmigo, me trasladan al Guadalajara las próximas temporadas en clima de observación. Si esto pasa en con algunos jugadores reconozco que es muy difícil saltar al terreno de juego y sudar la camiseta. Pero como veis, estoy mal, muy mal, todo lo centro en mi persona. Mañana será otro día. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

La Puebla de Montalbán, 4 de junio de 2009.



No hay comentarios: