lunes, 22 de junio de 2009

Buenos días, Amigos.

Buenos días, Amigos.
Dada mi admiración por la India, y mi gran deseo por conocerla, hay dos personajes que siempre me han llamado la atención. Por un lado, la Madre Teresa de Calcuta. Por otro, el exjesuitas, Vicente Ferrer. De ambos he leído muchas cosas, libros artículos y he tratado de no perderme los documentales sobre la gran labor que ambos han hecho en ese bello país.
La muerte de Vicente Ferrer me ha recordado la muerte, hace ya años, de la Madre Teresa de Calcuta, que para muchos fue comparada con la del pobre de Asís, una mujer que en vida era ya considerada como santa, dada su gran entrega a los demás. Un amigo me comentaba que por qué en un periódico calificaban a Vicente Ferrer como “santo” y lo escribían con comillas. Tal vez somos muy rápidos para ver la santidad de las personas en los beneficios que recibimos, que vemos o que sentimos. Pero no hay duda de la labor silenciosa de este hombre que ha abierto la mano a otras manifestaciones religiosas.
No es un hombre normal. No es un santo normal. La entrega al hombre, especialmente a los pobres y a los niños, le hacen garante de un halo especial que solo tienen los santos. Esta santidad te la da el pueblo, la gente, la masa, que no es tonta en reconocer, ni siquiera manipulable, quien es una buena persona, quien es un hombre de Dios, quien es un santo. Descanse en paz, Vicente Ferrer, pero que su espíritu viva entre todos nosotros para seguir trabajando por la erradicalización de la pobreza. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

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