lunes, 15 de diciembre de 2008

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Llegadas estas fechas y estos fríos me gustaría escribir, como Paulo Coelho, un cuento de Navidad. Por un lado, para acompañar a mis alumnos de 6º de Primaria que participan en el Certamen que Radio Puebla convoca todos los años llegadas estas fechas. Por otro lado, crecer en la estima personal y obligar a mi pluma a buscar la inspiración para que, desde cualquier rincón de La Puebla, poder escribir un relato con el que poder felicitar las navidades a mis cercanos. No tengo la inspiración de la mano y, mucho menos, para ponerme a participar en concursos.
En estas fechas y con estos fríos siempre tengo en mente el relato de Martín el zapatero, un hombre que los palos de la vida le había borrado la sonrisa etrusca de su rostro y refugiado en su negocio hacía lo que podía. El era religioso a su manera, por casualidad le llegó a su tienda un misal destrozado que con respeto se puso a arreglar. Leyendo y hojeando con curiosidad el libro escuchó en su interior la voz del Señor que le anunciaba que antes de la noche le visitaría. Limpió y armonizó la casa como pudo. En las horas de que faltaban hasta la noche pasaron por la zapatería más pobres con necesidad que clientes. No importaba, a ellos no les faltó la caridad del viejo Martín.
Llegada la noche el anciano se sintió defraudado pues había estado todo el tiempo con el alma en vilo esperando la aparición del Señor. Antes de coger el sueño la Voz interior le reveló que el Señor había venido a su casa en cada uno de esas pobres y heladas personas que había atendido. Porque cada cosa que hacemos por alguien con necesidad se lo estamos haciendo a Él.
Tal vez porque mi abuelo materno era zapatero, éste ess mi cuento de Adviento preferido, y mi cuento de Navidad. Que tengáis una buena semana. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

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