jueves, 26 de febrero de 2009

Buenos días, Amigos.

Buenos días, Amigos.
Efjaristó.
Gracias.
Estos días recibía en la cuna del imperio griego un mensaje que me decía “pásatelo bien, que te lo mereces”. Me hizo llorar. Dicen que la estuvo quince minutos escondida llorando por esa emoción deseada para derrochar amistad con los españoles, con los actores españoles y con el pueblo de Alcobendas. Yo creo que esa frase, grabada en el corazón y en la mente, ha sido el lema de este impresionante viaje por Grecia.
No tuve ocasión de cerrar el diario de viaje en el avión, como suelo hacer con otros cuadernos, el ambiente que me rodeo no era el más propicio para escribir. Nada tengo contra mis compañeros de vuelo, pobrecitos. Como ellos, y con ellos, tuve que aguantar, por estar en la cola del avión, una larga cola de personas en busca del urinario. De verdad, no inspiraba prosa alguna helena cuando la visión y el olor andan atrofiados en cosas más vulgares.
Este viaje ha supuesto para mí una reconciliación conmigo mismo, recobrar la confianza perdida y la sensación de verme como un ermitaño peregrino en busca de conocimiento para comprender. He encontrado sabios de la historia, prudentes y elegantes de la carretera, compañeros sabios en la periferia y amigos con ganas de pasarlo bien. Aunque en las peticiones ortodoxas que hice en los monasterios escribía la palabra “volver” bien sabe Dios que volvía. Como una copla agradecida “volver” encerraba muchos pensamientos y deseos e ilusiones. Pero sobre todo, “volver” significaba “efjaristó”, gracias, muchas gracias. No sé si me lo merecía, si me sigo mereciendo tener unos amigos así.
Lo que sí puedo compartir con vosotros es que me lo he pasado muy bien, que me siento un afortunado del destino, tocado por la belleza de los dioses y enviado a ser un héroe en mi vida cotidiana. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

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