lunes, 30 de noviembre de 2009

Buenos días, Amigos.

Buenos días, Amigos.
El pasado día, 28 de noviembre, fue un día bueno, de esos buenos que da Dios. Después de unos preparativos secretos, de muchas llamadas telefónicas, de quedar, de comprar, de hacer esto y tú haces lo otro. Después de tantos secretos llegó la sorpresa, y con ella la ilusión. Desde hace unos días mis padres ya sabían la intención que teníamos sus hijos y el deseo de celebrar sus Bodas de Oro Matrimoniales. Cosa que, gracias a Dios, ya es historia, y una historia bonita para nuestros anales familiares. Además de dar gracias a Dios, me gustaría agradecer a todos los que se han unido a esta buena noticia y han mostrado a mis padres su enhorabuena y felicitación, haciendo más grande su alegría y satisfacción. No solo hubo homilía por parte del sacerdote, que presidió la reboda, sino que ambos arrancaron palabras sencillas y humildes para explicar cómo es posible llegar, dentro del matrimonio, a los cincuenta años viviendo juntos. Pero eso os lo cuento otro día. Por ahora, y contagiado por ese día tan grande, os deseo que Dios os dé a Vosotros un buen día. Gracias. Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 30 de noviembre de 2009.

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