martes, 9 de noviembre de 2010

Controla tu peso.

Estaba yo disfrutando del fabuloso día de otoño que hizo para mí; aire, fría, lluvia, y hojas que se caen. Cuanto me hubiera gustado tener en ese instante una cámara de fotos o una grabadora que recogiese esa bella cortina amarilla que se desprendía de los árboles del Paseo Iparraguirre de Guadalajara. Como si fuesen los primeros días de octubre mi sueño y fantasía se crecían viendo el espectáculo. No me podía sentar, pero inmóvil estuve bastante tiempo. El suficiente hasta que un joven, delgado y atractivo, me despertó de mi pensamiento modorro.
En un principio creía que me preguntaba por una calle. Con mucha educación, con mucho respeto y con mucha timidez el chaval me abordó. Enseguida me di cuenta que no pretendía preguntarme algo, pues casi sin mediar palabra enseguida sacó su agenda y me dio una tarjeta por si conocía a alguien que quisiera perder kilos. La carcajada interior fue grande aunque, dada la cortesía con la que me trataba el chaval, solo le mostré una sonrisa. Y claro, se lo dije: ¿Me estás llamando gordo? En la tarjeta de visita estaba escrito con letras grandes y con admiración lo que muchos como yo nos gustaría, controlar el peso. Y es algo que me gustaría. Desearía tener las chichas nerviosas de mi padre y no las alforjas tranquilas de mi madre. Nunca me ha gustado el deporte y, ahora, el cuerpo lo nota; aunque me gusta pasear y me doy buenas caminatas, soy consciente que una mosca, una hoja, un pájaro o un sencillo pensamiento me paran. Claro que me gustaría controlar mi peso y adelgazar el volumen de mi figura. Pero en mi casa, y dadas las características que ella tiene, no estoy dispuesto a poner pucheritos aparte, ni a tomar más pastillas; bastantes valerianas, lexatines y demás jarabes he tomado ya. Además, no tengo ni un euro para estos caprichos. Tengo cuarenta y cinco años y eso es un factor que también hay que tener. Eso sí, quiero una vida sana, lo más sana posible, y lo más feliz. Entre el REZA COME AMA, digamos que estoy en el COME. Tal vez, cuando ame, controlaré mi peso.
Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 9 de noviembre de 2010.

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