sábado, 14 de enero de 2012

Algo atroz.

Buenos días, Amigos.


Son muchas las voces que pregonan el fin del mundo en este año. Por lo visto un antiguo calendario maya tiene inscrito una referencia a nuestros días como diciendo que de aquí no vamos a pasar, Nostradamus tiene varias advertencias en sus escritos que anuncian catástrofes en el 2012, y muchos videntes y brujas especulan el santoral para poner de manifiesto que esto que está ocurriendo ya es parte del fin. A esas voces no faltan religiosas que se unen con sus cánticos postrímeros.

Pero lo que me ha dejado insólito ha sido la acción de un amigo. Anoche me pidió si podía ayudarle para cargar unas cajas. El trabajo era fácil. Yo, a los pies del vehículo, solo tendría que hacer el esfuerzo de ayudarle a cargar las cajas que él iría bajando. Y así ha sido. Me ha hecho esperar más de media hora en la fría sombra esta mañana hasta que se ha presentado con una furgoneta alquilada. Como me había dicho, yo me quedaba abajo para ayudarle a cargar, mientras él bajaba las cajas. Unas cajas grandes, de una capacidad de unos ciento sesenta, que dificultaban el traslado. Si hubieran sido más pequeñas, no solo hubieran sido más manejables, sino que el esfuerzo habría sido mínimo. Pesaban mucho.


Bajó una caja y fue muy complicado arrimarla a las orillas de la furgoneta porque pesaban mucho. Mientras subía a por otra caja, decidí abrir la caja y aligerar su contenido, para poderla mover con soltura por el interior del vehículo. Me quedé asombrado cuando compruebo que la caja está llena de frascos de garbanzos. Moví la caja, la coloqué donde quería y la volví a llenar con sus frascos. A esto llega con otra caja. Repito la escena. La subimos, se va, la abro, más garbanzos. Así cuatro o cinco cajas. Luego bajaron otras cajas de la misma capacidad pero que contenían latas de sardina. Tres cajas con capacidad de ciento sesenta llenas de sadinas en escabeche. Pero no termino. Bajó una caja con botellas de aceite. La sigueinte vino con vinagre. Todo me parecía inconcebible. Hasta que después de bajar dos cajas llenas de frascos de tomate el último paquete fueron dos grandes bolsas de Ikea llenas de velas.

Sudando como estaba en la furgoneta, dada la confianza que creo profesar, le he preguntado con tono repobable que para qué quiere todo esto. A lo que me ha dicho: "Se acerca el fin del mundo y hay que estar preparado."

Vivimos tiempos difíciles y complicados, pero no creo que sean para tocar completas. Se escuchan muchas cosas, se cantan muchos misterios y se dicen muchas mentiras para engañar y especular. Pero no creo que el Fin esté tan cercano. Pero reconozco que este chico, funcionario, profesor y creyente, esté tan afectado por los cantos de sirena que escucha en todos los ámbitos de la vida social que muestran su descontento. No sé si esperará atrincherarse en su apartamento, a la luz de las velas y con el sabor de los garbanzos con tomate y sardinas en escabeche, superar esta crisis o esperar el fin del mundo. Parece que el miedo ha empezado a surtir efecto. Menos mal que me ha dicho que unos frascos de garbanzos se los iba a llevar a unas monjas que estaban muy mal. Pues que le lleve todos, se libere de sus miedos y sea un poco más feliz.

Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.

Guadalajara, 14 de enero de 2012.






1 comentario:

Anónimo dijo...

Anoche la 2, en el programa que dan los viernes, 'El documental', nos ofreció 'La doctrina del shock', que por cierto conocí por ti , ya que lo viste en el festival de Guada y lo colgaste en tu muro. Y lo volví a ver anoche,¡ y esto si que me asusta!, mucho mas que el fin del mundo... total morir está claro que debemos hacerlo, y mal de muchos...... pero está bien ayudar al prójimo como tú lo hiciste, y convencerle para que reparta los botes con los pobres, ¡mucho mejor! pero perdóname tu escrito me ha hecho reir...