viernes, 29 de abril de 2011

Bicentenario de la Madre Patrocinio.

Buenos días, Amigos.


La Historia la hacemos nosotros. Me gustaría que mi vida pudiera ser una pequeña aportación histórica al avance, progreso y felicidad de nuestra humanidad, aunque tal pretensión choque con la sencillez y humildad con la que me gustaría desenvolverme en ella. Pero, como muchas cosas, no son las cosas en sí lo que interesa sino, más bien, la interpretación que se haga de ellas.


El pasado miércoles 27 de abril el Convento de El Carmen abrió sus puertas para celebrar el Bicentenario del nacimiento de la Madre Patrocinio; una mujer que pasó por el mundo intentando imitar a Cristo, pobre y crucificado, pero cuyo camino de santidad no le ha subido aún en una peana. Cosas de la vida. Uno lee la vida de esta mujer y no deja de sorprenderse lo prodigiosa que es la vida con ella. Uno lee sus escritos y descubre a una mística que escruta los avatares del ser desde todas las profundidades posibles. La monja de las llagas, como es conocida en su turbolosa época, no deja de ser aliciente, en nuestra sociedad, a seguir con el ardor del Resucitado, mostrando como testigos, discípulos y apóstoles de una nuera época, la Luz del mundo y la Sal de la tierra, que hay en cada uno de nosotros.


Reconozco que al comenzar el Cánticorum jubilo por el Orfeón Santa Teresa de Guadalajara y terminando con el Himno a la Virgen del Olvido ante una iglesia repleta de amigos, devotos y simpatizantes de esta anciana memoria, uno siente la manifestación del milagro de la fe en la fracción del pan y en la memoria histórica de esta mujer santa, bella e inteligente.


Que Ella nos ayude a descubrir la fuerza de la fe, la grandeza de la caridad y la inmensidad de la esperanza en este camino y proceso de santidad.


Madre Patrocinio, ruega por nosotros.




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