jueves, 24 de febrero de 2011

ESPARTACO, Sangre y Arena.

Buenos días, Amigos.
Siempre me ha gustado el personaje de Espartaco. Desde que lo vi en la película de Kirk Douglas, la imagen de líder, la madera de líder, la voz de líder, siempre ha sido la de Espartaco, ese hombre que pierde lo más grande, su libertad, y en conciencia lucha porque la fuerza reside en su conciencia. Un hombre fuerte. Un hombre sabio. Un hombre prudente. Un hombre de verdad.

La Cadena Cuatro ha estrenado una serie, Espartaco, sangre y arena, que rinde homenaje a este hombre, a esta leyenda, a esta forma de ser. Pero me he quedado sin habla nada mas comenzar. Este verano vi algún capítulo en una cadena de pago. Me impresionaron sus imágenes, hombres forjados de músculo y violencia, cuyos efectos especiales salpicaban sangre hasta en los mejores salones de los espectadores. Pero de lo que no me había percatado es de la lujuria que tienen ciertas escenas. Mí héroe parecía haberse convertido en un macho reflexivo lleno de sexualidad. Recuerdo que en la película algo comentaba el protagonista referido al comportamiento animal cuando los romanos, como esclavos, los tenían entre rejas y no podían manifestar sus afectos. Pero esta nueva versión lo deja todo bien clarito. Parece que el esclavo tracio es un reclamo sexual y una justificación de violencia donde todo vale para realizar la venganza.

Pero no quiero ser yo el que abandere contra la serie. El caso es que me gusta, me sigue gustando a pesar de la tinta que se vierte en cada capítulo. La recreación y los escenarios están muy bien conseguidos, así como el vestuario. Aunque a esta gente la ropa le sobra. Me gustaría que, a pesar de la lujuria y la violencia, este Espartaco siga siendo un hombre de principios, valores y honor. Cosa tan necesaria en nuestros días.

Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 24 de febrero de 2011.




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