martes, 22 de diciembre de 2009

Buenos días, Amigos.



Buenos días, Amigos.
En su momento, y a lo largo de muchos años, no le he dado importancia al sencillo detalle que tenía, y me gustaría saber que sigue teniendo, el Padre Ángel cuando por las noches, tras recoger las migas de la cena, colocaba los utensilios del desayuno. Primero los platos, luego los vasos, que el café con leche sabe mejor en vaso de vino, después las cucharillas y, a continuación el resto.
Perdido el paraíso, muchas mañanas cuando bajo a desayunar mi cuerpo no responde ante el enorme esfuerzo de coger un plato, buscar una taza, localizar los cubiertos, y, por último, ir a calentar la leche. Nunca le he dado las gracias al Padre Ángel por ese sencillo detalle que a las siete de la mañana se valora mucho. Desde hace unas semanas, yo mismo coloco mi desayuno. Cuando regreso de mi paseo nocturno entro en el comedor coloco plato y taza, dejo cerca los cubiertos, la servilleta y una pieza de fruta. Tengo el cuerpo más ágil por la noche que en la mañana. Pero mi sorpresa es que, cuando bajo a desayunar, siempre me falta algo: o bien falta la cuchara, bien falta el cuchillo, bien la fruta.
Necesitamos un Padre Ángel en Guadalajara, alguien que nos ponga protocolariamente el desayuno. Muchas gracias, Padre Ángel. Tengo que confesar que muchas mañanas, en La Puebla de Montalbán, cuando bajaba a desayunar me faltaba la cucharilla. Por lo que veo, en todos los destinos hay ratones. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 22 de diciembre de 2009.


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