lunes, 12 de octubre de 2009

Buenos días, Amigos.


Buenos días, Amigos.
Hace muchos días que no escribo. Las convivencias de Maristas y las eucaristías de comienzo de curso con los cursos de la ESO me han sacado de mis casillas y han descentrado esta costumbre, esta bella costumbre, que es escribir. Tengo que confesar y confieso que el cambio no me ha ayudado a escribir. Cosa extraña, siempre lo nuevo y novedoso parece que es deseo de comunicar.
En mi interior, en las entrañas, ahí dentro de nosotros, donde surgen los sentimientos, nacen las ilusiones y empiezan a cuajarse los proyectos, hay algo que, con estos recientes acontecimientos, ni tienen palabra, ilusión y menos proyecto. Sé que si le doy muchas vueltas al asunto puedo caer en picado en una depresión, y no sé si ya estaré en ella. Pero soy consciente que la autoestima que me caracterizaba no me arropa, que tengo más miedo que cuando era novicio y me siento más vigilado que el pobre Truman. Aun con ésto anclado a los pies sé que si no perfilo con palabras mi vida no soy nada y nada tengo, pues en la escritura siempre he encontrado salud, bienestar, ilusión, alegría y futuro.
No puedo decir que soy lo que escribo, pero sí que escribo para ser, pues en mi invaden deseos de crecer, de ser mejor, de darme más, de trabajar, de ser feliz y hacer felices a los que están cerca. Por eso necesito escribir, aunque sean tonterías. Porque si no escribo me muero. Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 12 de octubre de 2009.

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