sábado, 28 de mayo de 2011

Carlos Santiesteban, un bohemio en y de Guadalajara.

Buenos días, Amigos.

Aunque siendo sincero tendría que decir Buenas noches porque las horas a las que me pongo a escribir esta entrada me indican que no es muy correcto decir Buenos días. Pero como lo escrito escrito queda, y en la vida la verdad es lo único que nos hace libres ... Buenas noches, Amigos.

Tenía ganas de leer El Mundo, especialmente la columna de mi escrito preferido, Pedro Cuartango en esa partida de ajedrez que hace con la Historia poniendo al frente reinas de diveros tiempos, políticos corruptos o gente de buen escribir. Los de antes y los de ahora. Los de ahora y los de antes. Cotraponiendo posturas y buscando afinidades. Y estaba en esas cuando una enorme masa de jóvenes han llenado el coso de La Cotilla para presenciar el gran partido culé. Para buscar tranquilidad me he tenido que sacar el periódico a la calle, y eso que la avenida Santiago Ramón y Cajal no es de las más silenciosas. Pero por lo menos he disfrutado de la lectura.



Levantaba el vuelo cuando he visto a lo lejos acercarse a mi amigo Carlos Santiestebán con su tradicional aire de bohemio. Cualquiera que lo viera diría que es un hombre especial, apartado, por su forma de vestir de las reglas convencionales de la elegancia. Carlos es un bohemio en y de Guadalajara. Hace poco había leído una entrada sobre él donde reflejaba su amor por Sevilla, la novia del mundo de la que él quisiera ser uno de sus muchos amantes. No he encontrado nada sobre Guadalajara, ciudad que ama porque vive en ella. Su casa es un museo. Su casa será un Museo. Aunque detesta en provincianismo, los cotilleos y los discursos efímeros del dinero, mantiene una predilección por la gente guapa, joven y famosa. Le gusta hablar y su conversación no tiene desperdicio. Más de una vez he sacado de su experiencia narrativa ideas para sermonear.

Me he acercado a la barra para hacerme el encontradizo con él, como si fuera casualidad. Soy más grande, mas fuerte, más alto. Pero la verdad me dice que no soy nada comparado con este hombre que me duplica la edad, los conocimientos, los hechos de la vida y los sueños e inspiraciones. Yo no soy nada. Mi nombre no dice nada ni hace referencia a nadie. Él, pintor laureado, tiene el premio de la Legión de Honor Franco-Británica, tiene premio al Mérito Turístico con la Gran Cruz de Fomento de la Unión Europea, tiene la Hidalga de Oro de la Cortesía Española y es Caballero Real de la Orden de Malta. Y no sé si será un premio, pero orgulloso sí que está, a la calle de las tapias del Convento de El Carmen han puesto por nombre Calle del Pintor Santiesteban.

Y entre tanta titulitis lo único que me une a este gran pintor alcarreño no es su amistad, porque me imagino que un genio como Santiesteban tiene muchos amigos hechos historia. Lo único que me une a Carlos es la gentileza que tuvo, en una noche de domingo de mi primer verano en la Alcarria, cuando caritativamente me ofreció un euro, un euro, que no es poco, para calmar mi pena en la puerta de San Nicolás el Real, porque me confundió con un mendigo. Cuando se lo rechacé sabia respuesta me dio: No tengas vergüenza por pedir, en la vida hay cosas peores para un hombre. Lástima, no me quedé con la moneda. Hoy sería más codiciada más que sus impresionates cuadros.

Y en estas estábamos, un genio y un humilde fraile. Me preguntaba, en los silencios de nuestra cultural conversación, si estos jóvenes que llenaban La Cotilla pendientes de un televisor viendo un partido de fútbol, sabían con quién estaba plácidamente hablando. Seguro que no.

Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

Guadalajara, 28 de mayo de 2011.



1 comentario:

RaqueLuna dijo...

¡¡¡Qué pena!!!
¡¡¡Se perderán tantas cosas de la vida por causa del fútbol!!!........