domingo, 3 de julio de 2011

TABATHA, te necesito.

Buenos días, Amigos.


Reconozco que el facebook me tiene enganchado y últimamente escribo más en mi muro que en mis Blogs. Pido disculpas a aquellos que me sigan y comprueben que estas palabras parecen paradas e insípidas por no darles vida y actualidad. Espero corregirme, por mi propio bien y mi propio placer.


Hace unas horas he visto un trozo de programa donde la teatralidad de la escena me ha gustado. Por lo visto, una peluquera famosa, con nombre propio, se dedica a ayudar a esas peluquerías que van mal por falta de recursos, de clientela o de iniciativas. Se llama Tabatha y está dispuesta a todo con tal de ayudar a que funcione el negocio. En el capítulo de hoy la escena mostraba a un peluquero que vivía por encima de sus posibilidades ya que la peluquería tenía un fuerte déficit y él tenía una casa a todo lujo y capricho: tenía un vestidor inmenso, un acuario con los peces más exóticos y caros del mercado, un piano precioso, y eso que él no sabe tocarlo. La presentadora le ha hecho tirar un gran manojo de dólares por la ventana, romper todas, todas, las tarjetas de crédito y devolver uno de sus dos formidables coches. No sé cómo habrá terminado.


Los fantasmas de la economía no paran de decirnos que estamos mal, muy mal. Por un lado ahorrar sin tener que meterlo debajo de la baldosa. Y por otro, poner el dinero en movimiento sin despilfarrar. El caso es que estamos mal, pero por lo que se ve nadie se da por aludido: las terrazas están llenas, las agencias de viajes tienen cola para ofrecer destinos y las tiendas están abarrotadas con la llegada de las rebajas. Tal vez esta imagen engañe y no sea tanto lo que se ve. Una entra a la tienda, remueve la tentación y se va. No creo que, conforme está la economía, estemos dispuestos a pedir créditos para realizar un viajecito en estos días de vacaciones. Y, tal vez, con un café nos pasemos toda la tardenoche sentados y hablando en las terrazas. Los fantasmas están ahí. Antes no, pero ya voy conociendo a gente que está en el paro y los efectos y repercusiones familiares que acarrea. Yo también, como esos peluqueros, me atrevería a gritar: ¡¡Tabatha, te necesito!


Necesitaría ser más positivo y crear esperanzas a mi alrededor. Me gustaría sentir seguridad en los movimientos, pocos, pero necesarios de mi economía. Me gustaría tener ilusión y pensar que esto es pasajero, y que de ésta podemos salir. ¡¡Tabatha, te necesito!!


Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.

Gregorio.

Guadalajara, 3 de julio de 2011.

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