martes, 15 de marzo de 2011

De rojo a morado.

Buenos días, Amigos.
Como si fuera el título de un guión cinematográfico, tengo una amiga que observando mi carácter, resulto peligroso cuando paso de rojo a morado. Yo no me doy cuenta, pero ella que es muy observadora dice que, cuando me acaloro en una conversación, cuando se me insiste en una tontería, o cuando se me trata de ridiculizar, el color de mi rostro pasa de rojo a morado. ¿Tanto se me nota?

Trato de ser educado, no en vano están los años invertidos por mis padres en recibir modales. Pero se ve que los genes me pueden. Zapatero tenía que ser. Y no me refiero al político, pobre hombre, lo que tiene encima. Con zapatero hago referencia a mi abuelo Pablo, que era zapatero de profesión y del cual no he sacado ni el llevarlos limpios. Pero el carácter... El carácter. El de mi madre una zapatera de cuidado. No me estraña que el morado sea la bandera de mi rostro cuando me han pisado los pies. Uno puede tener el rojo del diálogo, del trabajo, del querer hacer cosas buenas. Morado será el color de la pesadilla del que me lleve la contraria de mi razón, más cuando mi lógica me dice y da seguridad. ¡Peligro!
Peligro es lo que dice mi amiga. Cuando paso de rojo a morado saltan las alarmas, aunque yo no me dé cuanta, el rostro se oscurece, las cejas se ciñen, saco morro y la mirada se queda fija en un punto. Y eso que no me miran las manos. Peligro. Peligro. Se acabó el diálogo, la persona se ha convertido en monstruo y ya no se puede hablar. Y las cosas no se hacen a la fuerza. Por eso, los que me conocen y saben del termómetro de mi personalidad, saben cambiar de conversación, que ponga mi atención en otras cosas, que una chorrada detenga el flujo de mi cableo. Y eso es lo difícil, pasar de morado a rojo, volver a la vida, hablar y sonreír. Tarea difícil y complicada para los que no me conocen. Creo que todos tenemos esa forma de ser llamada carácter que envolvemos en encantos y que se desenvuelve cuando pisan nuestro terreno más íntimo. Todos pasamos de rojo a morado cuando invaden nuestro espacio más personal y nos sentimos objeto de juzgamiento. En todos nosotros está ese paso que de rojo a morado saca nuestro carácter. Pero también, en todos nosotros, está ese otro paso que, de morado a rojo, saca lo mejor de nosotros mismos, y a eso se le llama virtud.
Mientras os pido ayuda para ser un hombre virtuoso os pido perdón por mi morado genio.
Buenos días nos dé Dios.
Un abrazo.
Gregorio
Guadalajara, 15 de marzo de 2011.

No hay comentarios: