martes, 4 de mayo de 2010

Buenos días, Amigos.

Buenos días, Amigos.
Sin darme cuenta el mes de mayo está aquí, y si me descuido me encuentro que me han quitado una semana. El fin de semana ha sido tan entretenido que el tiempo ha pasado sin darme cuenta. Eso es bueno, muy bueno. Mayo está ligado al mes de la primavera, al mes de las flores, al mes de María. En el Colegio Marista, maristas por excelencia, este mes tiene mucha importancia. Es el mes de la Buena Madre.
En el Colegio, antes de comenzar las clases de la mañana, todos los alumnos se juntan en el patio central y se tiene unos momentos de oración. Cada día lo prepara un grupo del Colegio o una clase. Hoy nos ha tocado al Equipo Pastoral preparar la oración. Me ha impresionado ver a los pequeños, a Miriam, la hija de mi amiga Gema, natural de La Puebla de Montalbán, y que desde hace unos años vive en Guadalajara; a Marcos, que estaba impaciente por comenzar la oración, a los profesores y algunos padres. Todos rezando a María.



Tenemos que rezar mucho a María. Tenemos que hablar mucho con María. Tenemos que imitar mucho a María. Ella, de una forma tierna, callada y sencilla mostró al mundo el camino para ser feliz, para ser dichosos, para ser perfectos: el camino de Jesús y sus bienaventuranzas. En estos tiempos fuertes, que son fuertes sin ser litúrgicos porque estamos de actualidad con tanto escándalo tenebros, tenemos que acercarnos a este personaje, a esta figura, a esta mujer de Dios y de los hombres que sin querer hizo prodigios porque se fió de Dios. Hoy que los hombres de ... son tan débiles debemos de mirar a aquellos que de su debilidad y humildad hicieron que el Evangelio germinara. Que dejemos florecer la buena noticia de Jesucristo en nuestros corazones para ser como María, una humilde sierva de Dios. Buenos días nos dé Dios.

Un abrazo.
Gregorio.
Guadalajara, 4 de mayo de 2010.




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